Científicos que entiendan la política y políticos que entiendan la ciencia: la receta de 'Nature' para mejorar el asesoramiento científico

18.12.2024

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"Es un error asumir que alguien que ha tenido éxito en investigación también lo tendrá en política, donde los acontecimientos se suceden con más rapidez que en el mundo académico y el tono es tan importante como lo que se dice", afirma la revista Nature en un reciente editorial. El texto surge a raíz de una encuesta en la que el 80% de expertos mundiales en ciencia para las políticas cree que el sistema de asesoramiento científico de su país es pobre o dispar.

Sin embargo, esta situación no se debe tanto al diseño de los sistemas en sí, sino a las personas que los componen. Es decir, según los 400 encuestados, la culpa de que el asesoramiento científico vaya mal en un país concreto recae en sus políticos y sus científicos. "El 77% afirma que los responsables políticos ignoran e infravaloran el asesoramiento científico, y el 73% que los investigadores no entienden la política", recoge la publicación.

Algo similar concluye otro reciente informe del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea. Su propia encuesta con respuestas de casi 500 expertos europeos también describe a la ciencia y a la política como dos comunidades muy diferenciadas, que no se entienden mutuamente. La buena noticia es que también existe consenso en cómo solucionar el problema.

Según Nature, la acción prioritaria para mejorar los sistemas de asesoramiento científico consiste en ofrecer "más entrenamiento y formación para los científicos". La especialista en ciencia y política del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional de la Ciudad de México, Alma Cristal Hernández Mondragón, explica: "La gente cree que un doctorado basta para ofrecer asesoramiento científico, pero eso no es cierto. Se requiere capacitación y habilidades adicionales".

La capacitación hace referencia a conocimientos sobre el ecosistema político. "Aparte de comprender la ciencia, uno de los principales atributos de los asesores científicos es saber cómo funcionan los gobiernos y sus departamentos, cuáles son sus objetivos y plazos, y cómo pueden incorporar las evidencias científicas al proceso de toma de decisiones", detalla el texto.

En cuanto a las habilidades, el editorial también incide en la importancia de aquellas no académicas: "saber comunicar ideas complejas en un lenguaje conciso y cotidiano; construir relaciones de confianza, de modo que los políticos confíen en la información que reciben y en que no se violarán sus confidencias; y ser capaz de comprender con respeto los puntos de vista y prioridades de los demás, por muy diferentes que sean".

El objetivo final es que los científicos dedicados al asesoramiento se conviertan en eso que cada vez se conoce más como mediadores de conocimiento o knowledge brokers, es decir, "en profesionales especializados en incorporar la evidencia científica en la maquinaria del Gobierno", dice Nature. Por ello, frente a grandes expertos con años de trayectoria en una rama muy específica de la ciencia, la revista valora el interés que esta nueva profesión está generando entre los científicos más jóvenes que ven en la ciencia para las políticas "una vía más directa para generar impacto que la investigación pura".

CONFIANZA Y CAPACIDAD

Consciente de estos desafíos, la Oficina Nacional de Asesoramiento Científico (ONAC) ha tomado todas las medidas disponibles para superarlos. Para impulsar las relaciones de confianza, los puestos de asesor científico ministerial han sido situados por real decreto en los gabinetes de los ministros, una medida inédita en España. "Se necesita gente bien formada que pueda ser honesta y decir: 'Primer Ministro, eso es lo más estúpido que he oído nunca'", afirma en Nature el antiguo asesor científico jefe del primer ministro de Nueva Zelanda, Peter Gluckman.

Por otro lado, ante las distintas habilidades y tareas asociadas a un asesor científico y a un científico experto, la ONAC también ha diseñado un programa formativo especializado para la primera generación de 22 asesores/as científicos/as que se están incorporando en los 22 ministerios del Gobierno, así como para los que próximamente se incorporarán en la Unidad de Asesoramiento Científico del CSIC.

"Si queremos que el trabajo de los asesores científicos resulte útil, es imprescindible que entiendan cómo se trabaja dentro de un ministerio, qué pueden esperar de sus jefes y compañeros y cómo deben orientar su día a día para encajar", cuenta el director de la ONAC, Josep Lobera. Por ello, el programa formativo incluye temas como la comunicación de la incertidumbre, la sensibilidad de la información y el funcionamiento del Gobierno en situaciones de crisis y emergencias, entre otras muchas cuestiones ajenas al mundo académico.

A esto hay que añadir que el proceso de elección de los/as 22 asesores/as científicos/as, codiseñado e implementado por el Grupo de Trabajo de Asesoramiento Científico al Gobierno, también ha tenido en cuenta las capacidades señaladas por Nature. Además de una sólida trayectoria académica, los expertos independientes de las 22 comisiones han valorado las habilidades para el asesoramiento científico de los 1.601 interesados.

Estas habilidades se han definido a través de factores como la capacidad de comunicación (que siempre figura como requisito indispensable en ofertas de trabajo de otros países, como esta de Reino Unido) y la experiencia previa en asesoramiento científico. De hecho, de los/as 22 asesores/as científicos/as que componen la primera generación de su clase, más del 90% tiene experiencia en asesoramiento científico en administraciones españolas y más de la mitad, en organismos internacionales como la Comisión Europea y el Banco Mundial.

BUENAS NOTICIAS EN ESPAÑA

Eso sí, para que todo esto funcione hace falta otro elemento clave: la voluntad política. "Incluso con un sólido sistema de asesoramiento científico, el elemento más importante es un primer ministro o presidente dispuesto a prestarle atención", señala el texto. Y aquí es donde España tiene más motivos para ser optimista. Aunque nuestro sistema de asesoramiento científico al Gobierno no ha hecho más que empezar, el diseño de su estructura ya puede presumir del visto bueno de expertos internacionales.

En un reciente informe elaborado para la Comisión Europa, aseguran que el ecosistema español de asesoramiento científico es "excepcional" en comparación con el de otros países y que la iniciativa de este Gobierno de crear "un conjunto coherente de instituciones" ha convertido a España en una "valiosa inspiración a la hora de diseñar nuevas estructuras organizativas e institucionales". Y es que, además de los asesores científicos de los 22 ministerios y los del CSIC, la ONAC está colaborando con la FECYT para lanzar distintas convocatorias que permitan acercar aún más a políticos y científicos.

Por un lado, la FECYT está a punto de anunciar los proyectos beneficiarios de la convocatoria I+P, creada para que los propios científicos ofrezcan proyectos de investigación de asesoramiento científico a entidades públicas. Por otro, ambas organizaciones están trabajando en una futura convocatoria de estancias en las que serán los ministerios los que identifiquen necesidades de conocimiento para que los científicos vayan a resolverlas.

Estas medidas tienen un objetivo triple. El primero y más obvio es el de aportar conocimiento al diseño de las políticas públicas. Pero hay dos más. Y es que cuantos más científicos colaboren con el Gobierno más se extenderá la cultura del asesoramiento científico tanto entre la Academia española como dentro de la propia Administración, logrando que cada vez más científicos sepan hablar el lenguaje de la política y que cada vez más políticos sean conscientes de la importancia de incorporar la ciencia en su toma de decisiones.

Y vamos por el buen camino, ya que nada de esto habría sido posible sin el firme compromiso de este Gobierno, cuya misión de instaurar la cultura del asesoramiento científico para las políticas públicas lleva años materializándose en forma de otras iniciativas, como la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia y la Oficina C. Como dijo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la presentación de la ONAC el pasado junio, "yo quiero que España ilumine sus pasos con la llama del conocimiento, que convierta los principios científicos del rigor y la experimentación en los pilares de su Gobierno".